miércoles, 18 de noviembre de 2009

Todo lo que me gusta es ilegal

Cuando yo era muy joven podía montar en moto por el campo en El Escorial, y aunque iba sin carnet, porque era otra época, no pasaba nada. Por aquel entonces iba siempre con moto prestada ya que mi parca economía no permitía otra cosa. Las cosas han cambiado y mi economía ha mejorado un poco, aunque desgraciadamente también soy menos joven. Ahora que por fin disfruto de una moto de campo, no puedo usarla en casi ningún sitio sin tener que huir como un delincuente. Eso me obliga a ir a Marruecos, país que me encanta, por sus paisajes, su comida y su gente.

Hace unos siete años descubrí sensaciones parecidas de libertad y emoción practicando el Kitesurf. Ahora los materiales son más nobles y seguros, pero hasta hace poco las sensaciones eran extremas. Con 20 o 30 nudos de viento, las playas tienen poca gente, y hay sitio para todos. Los que ya tienen un nivel no constituyen un peligro para nadie. Pero han prohibido hacer kite en la mayoría de las playas. Afortunadamente, en el mar, la policía municipal no tiene autoridad, o sea que aconsejo a mis colegas que se queden en el agua hasta que les toque volver a casa, o venga la Guardia Civil, que sí tiene esa autoridad.

Es una lástima pagar impuestos altísimos, y no poder disfrutar de nuestra libertad. A este paso también prohibirán los frisbees, pelotas, tirachinas, bola loca y comer ali-oli.
Sólo me queda el padel y estoy seguro de que pronto le aplicarán impuestos especiales.

El dinero de nuestros impuestos acabará en manos de piratas somalíes. Y ojo, que de seguir así, ser turista español se convertirá en deporte de riesgo. Somos muy golosos para un país que cede fácilmente a la extorsión.

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